Hermano

una novela o una carta o un cuento largo o lo que sea de José Luis Serrano (elputojacktwist)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Hermano, Novela Fuera de Serie 2011

Cuatro novelas han sido elegidas en esta primera hornada del Proyecto Fuera de Serie. Y Hermano ha sido una de ellas. Mil gracias al jurado, enhorabuena a los compañeros seleccionados y ánimo a los demás: seguid escribiendo.







Opinión personal de Daniel Estorach Martín, miembro del equipo de selección de Fuera de Serie: 

Intentar describir lo que sentí leyendo esta novela no es sencillo. En primer lugar, porque no es una novela al uso y, en segundo lugar, porque nunca antes había leído una novela de este tipo. Tras leer el que para mí es uno de los más espectaculares principios de una novela, digna de un auténtico malabarista de las letras, jamás imaginé que la historia que se iba a desarrollar delante de mis ojos podría despertar ciertas sensaciones y sentimientos en mi interior. Me sentí transportado a Birmania y viajé junto al narrador y protagonista por sus parajes; ahora siento como si de verdad hubiera estado allí, y eso es gracias al virtuosismo que demuestra José Luis Serrano describiendo lugares y escenas, sensaciones, momentos, costumbres, personas. Incluso me sorprendí en algunos momentos, siendo como soy heterosexual, enamorándome de aquel chico birmano que jugaba con su pelotita de ratán en un patio azotado por el monzón frente a la ventana de mi habitación de hotel. No es una novela sencilla, ni para todos los públicos, pero no me cabe duda de que, para el que la sepa afrontar sin prejuicios, disfrutará de una auténtica Fuera de Serie.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Please, please, please

Algunas opiniones a pocos días de la publicación de Hermano


Una exótica historia de amor imposible, un completo viaje que recorre los cinco sentidos, todas las pasiones, un exuberante país y el más preciado objeto del deseo: el cuerpo y alma de un birmano que hace de guía espiritual al turista desamparado (José M. Zendoia)

Una novela que demuestra que el corazón puede ampliarse hasta el infinito en luminosos fractales o comprimirse hasta el tamaño de un átomo ennegrecido. Un cuento largo en el que el autor nos lleva de la mano por Birmania en un viaje iniciático y adictivo. Una obra en la que el autor se estrena como novelista y a la vez se consagra como escritor, poeta en prosa........o lo que sea. (Pon)

Un viaje extraño, cruzando por las pasiones y los sueños, frustrados o no (Loli)

Una historia conmovedora que conseguirá elevarte unos centímetros por encima del suelo (Jackie)

Una novela muy bella, como relato de viajes, muy bella como poema de amor, muy bella como la tristura de la nostalgia de lo que ni pudo ser ni fue. Y sobre todo es muy del autor, que está ahí dentro, roto, recosido, a jirones, completado, viejo, nuevo, en blanco y negro y en colores............pero él. Me ha matado hasta llorar el párrafo de los castillos que las olas borran. Crece y crece y le sale luz del interior (Marisa)

Una novela mundial. De cualquier manera, un regalo de los dioses (Amuitz)

He leído: "Escribo esto porque quiero dejar de soñarte". Si todo es así, presiento que me vas a dar la tarde (Enero20)

Vas a ser el puto amo de la literatura gay en castellano (Escritor famoso que prefiere permanecer en el anonimato)

jueves, 14 de julio de 2011

Viento en popa


Esto marcha. La novela ya está corregida y se encuentra en proceso de maquetación. La portada está ya pensada (o casi). Esto va mucho más deprisa de lo que pensaba y yo me estoy empezando a poner nervioso. Seguiremos informando.

viernes, 18 de marzo de 2011

Una novela para olvidarte



Una novela para olvidarte. Una novela que fracasa en este punto también por culpa del persistente brillo de tus ojos, del persistente olor de tu boca. Una novela para olvidar el “tic-tic-tac-tac” de aquel patio oscuro en Monywa tras el monzón. Para no verte todo el tiempo. Para no olerte cada minuto, para no sentirte en cada paso, para no ver tu sombra en cada esquina, para no sentir tu abrazo en cada abrazo, para no ver tu perfil en los dibujos que hago con el cuchillo sobre la margarina, para no ver tu oreja en el café, tu pierna en el cocido, tu mano en una lagartija, tu pelo en las últimas páginas de El Quijote, para no sentir tu cálido aliento a caramelo de fresa o cola cada vez que hago fotocopias. Para no ver la curva que describía tu cuello hacia el hombro en las piruetas de una equilibrista húngara en el Price, para no oír el “tic-tic-tac” en la caja registradora de un supermercado de Lavapiés, para no ver tu espalda en una grúa, para no oír tu voz en un anuncio del metro, para no ver el brillo de tus ojos en una pantalla de cuarenta y dos pulgadas, para no ver tus uñas en un toldo, ni tu nariz en una metralleta, para no sentir tu cálido abrazo ni la caricia de tus dedos sobre mis mejillas cada vez que voy al dentista o a hacerme una colonoscopia. (¡ay, si pudieran arrancarte de mí en una colonoscopia!). Para no ver los pelillos dorados de tus piernas (¡ay, los pelillos dorados de tus piernas!) en los reflejos anaranjados de los charcos mientras espero el autobús nocturno en Cibeles, para no olerte en cada madreselva, en cada jazmín, para no saberte en cada mordisco de cada comida de cada día, para no comerte en cada uva en cada Nochevieja, para no tener que rezar mil padrenuestros seguidos cada noche sin arrancarme el corazón por tanta pesadumbre, porque tu recuerdo me ahoga tanto tantas veces que ni la misma muerte podría arrebatármelo. Porque ¿quién me asegura a mí que no me pasaré la eternidad en algún desapacible cementerio oliendo el fresco aliento que salía de tu boca el primer día, delante de aquel local que servía té y pancakes con plátano, en Mandalay?