Hermano

una novela o una carta o un cuento largo o lo que sea de José Luis Serrano (elputojacktwist)

miércoles, 11 de enero de 2012

Recopilación de reseñas de Hermano

“os recomiendo esta lectura, en la que nada sobra y todo encaja, especialmente esos monólogos-flashforwards que vienen a romper la tensión, creciente y a un ritmo muy vertiginoso, así como los momentos descriptivos, o las repeticiones de recuerdos que hacen que el lector ahonde más en la sensación de agobio por librarse de una obsesión. Y por supuesto, el pequeño punto fetichista, imprescindible, y que humaniza al protagonista a tantos niveles que parece que nos está contando la novela” (GorkaG)

“Conociendo este último dato, no es de extrañar que el prólogo (no prólogo) de “esta novela (o carta o cuento largo o lo que sea)” comience con un chascarrillo sobre un matemático sueco que se la estaba pegando al señor Nobel con su esposa (esa esposa que el inventor de la dinamita jamás tuvo…). Le siguen una retahíla de nombres entre los que están la reina Victoria, Virginia Woolf y su madre, Helena Blavatsky… En fin, un poco de lío, ¿no? Pues sí, pero precisamente en todo este lío reside la gracia -o al menos parte de ella- de esta original y notable novela (o lo que sea)” (Jaime Díaz, Shangay.com)

“Comence a leer Hermano con cierto temor, con miedo a encontrarme una escena de sexo en la primera página, en el baño del aeropuerto. Pero, para mi sorpresa, me encuentro con un libro totalmente diferente al imaginado. Hermano es un libro escrito con delicadeza, que habla del amor con letras mayúsculas, que explora ese sentimiento entre el turista y el nativo que es superior al amor y el deseo. Ambos sentimientos están ahí, entre los protagonistas, pero también están la amistad, la complicidad, y las necesidades de los personajes; el turista necesita un guía, un protector y el nativo necesita un benefactor, una fuente de ingresos. Y todo esto junto puede ser un coctel tremendo. Con todo esto se puede construir una novela obvia, ramplona, llena de lugares comunes o se puede escribir una novela bella, llena de detalles, una novela sensible, digna de esas películas clásicas donde la actriz de Hollywood vivía aventuras en tierras africanas. Hermano es como estas películas, mejor que estas peliculas. Hay un par de pasajes en esta novela realmente increíbles. Uno lo protagoniza un recepcionista de un hotel que intenta hacer lo que el turista espera de él, y se queda con las ganas. El otro lo protagoniza una gota de sudor a lo largo del cuerpo de un nativo; la escena más sexual de una relación en la que los protagonistas a penas se tocan. Sin duda es una de esas novelas que hay que leer este año, y releer el año que viene.”  (Iñaki Echarte Vidarte, escritor)

“novela breve – o relato largo: escojan ustedes- que tan bien se ajusta a los rasgos de la Novelle alemana y francesa. Novelle en la que, como exige el género, no pasa apenas nada -en realidad, vivir es algo muy parecido…- y, sin embargo, las emociones se suceden en ella formando un tejido tan espeso que resulta imposible no identificarse con el protagonista-narrador de este libro que parece escribirse a sí mismo y que, en un acto impúdicamente cervantino, nos cuenta su propio proceso creador” (Fernando J. López, escritor)

“Serrano ha escrito un libro hermoso de verdad, con una prosa sencilla y precisa y una ternura que conmueve de principio a fin. Su mirada inteligente y limpia nos lleva por Birmania y por los recovecos del amor no correspondido con una magnífica elegancia y de paso dignifica la literatura epistolar tan denostada en estos tiempos de chats y mensajes cortos, y viene a demostrarnos que las mejores cartas son, casi siempre, las que el destinatario nunca recibirá. Por fortuna para nosotros, al menos ha decidido compartir la carta, cuento largo, novela o lo que sea con todos nosotros” (Susana Hernández, escritora)

“Intentar describir lo que sentí leyendo esta novela no es sencillo. En primer lugar, porque no es una novela al uso y, en segundo lugar, porque nunca antes había leído una novela de este tipo. Tras leer el que para mí es uno de los más espectaculares principios de una novela, digna de un auténtico malabarista de las letras, jamás imaginé que la historia que se iba a desarrollar delante de mis ojos podría despertar ciertas sensaciones y sentimientos en mi interior. Me sentí transportado a Birmania y viajé junto al narrador y protagonista por sus parajes; ahora siento como si de verdad hubiera estado allí, y eso es gracias al virtuosismo que demuestra José Luis Serrano describiendo lugares y escenas, sensaciones, momentos, costumbres, personas. Incluso me sorprendí en algunos momentos, siendo como soy heterosexual, enamorándome de aquel chico birmano que jugaba con su pelotita de ratán en un patio azotado por el monzón frente a la ventana de mi habitación de hotel. No es una novela sencilla, ni para todos los públicos, pero no me cabe duda de que, para el que la sepa afrontar sin prejuicios, disfrutará de una auténtica Fuera de Serie.” (Daniel Estorach, escritor. Proyecto Fuera de Serie)

“He disfrutado y a la vez lo he vivido con cierta angustia, creo que retratas muy bien esa situación de amor no correspondido, de incapacidad de hablar y negociar sentimientos que tenemos los hombres, de miedos a pasar cierta frontera en el deseo. Por un lado es un tipo de situación que me da cierta rabia, la idea de enamorarse de alguien sin que haya signos de correspondencia, y sobre todo de un presunto hetero…” (Javier Sáez, teórico queer)

“Léelo, y volverás a recordar lo que es enamorarse como cuando uno/a tenía solo veinte años y todo lo que importaba era esa gota de sudor corriendo clavícula abajo. Viajarás por Birmania en el coche destartalado y disfrutarás de cada minuto del camino. Se te llenarán los ojos de piel morena, de todos los colores de los longyi, de momentos de belleza congelada en el calor de la tarde birmana. Sonreirás y te emocionarás. Pero, sobre todo, sentirás. José Luis Serrano te atrapará en Birmania, junto al hermoso birmano, y llorarás cuando tengas que regresar a Madrid. Te lo garantizo.” (Marisa Rubio, escritora)

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