Hermano

una novela o una carta o un cuento largo o lo que sea de José Luis Serrano (elputojacktwist)

miércoles, 30 de enero de 2013

Reseña en PastorCorydon

"Hermano" de Jose Luis Serrano, la gran revelación de la literatura gay en español


Siempre he sido de la opinión de que el crítico debe dejar que pase un tiempo prudencial antes de emitir su parecer sobre una obra. El éxtasis a que te lleva, con tal que sea medianamente buena, obnubila tu juicio. En este caso haré una excepción ante una novela excepcional y escribiré aun ojeroso por las lágrimas. No haré una valoración filológica, aunque algo hay de ello, sino una reflexión íntima y por tanto subjetiva de la obra.
“Hermano” del putojacktwist es una combinación a la par de una novela de viajes y una novela de amor. No debe sorprendernos en una época donde la pureza de género se ha perdido a favor de la mezcla. Fusión, en argot musical.
Como relato viajes se trata de una introducción entusiasta que no acrítica (como debe ser todo introducción) a la cultura y sociedad birmana. Todos aquellos que se sientan atraídos por el exotismo oriental degustarán la exquisitez de las apreciaciones, que no son exactas sino personales, esto es, líricas, lo que distingue una guía turística de una obra literaria.
Como historia de amor, el desgarro personal por una pasión imposible ha puesto palabras a un sentimiento que en su día busqué y hallé en la poesía de Cernuda. Y qué decir de los detalles: esas pequeñas ternezas, fijaciones obsesivas en aspectos del amado que todo aquel que alguna vez haya estado enamorado reconocerá: los pies (“ay, tus pies”), el dulce aliento con olor a cola o a fresa, los pelitos últimos de la cabellera que se deslizan húmedos de sudor sobre el cuello, el cuello…
En el capítulo de lo personal me gustaría señalar que a lo largo de sus páginas me he reconocido a mí mismo, de adolescente, sintiendo -padeciendo, para ser más exactos- un amor platónico que fue el primero y quizá el único que he vivido. Ese es el poder evocador de la poesía -porque el autor de esta novela es antes que nada un poeta-: que a despecho de generaciones y geografías uno encuentra en las palabras del poeta sus palabras, aquellas que dan la nota exacta de lo que siente gracias a las metáforas. Hoy mi historia se confunde con la de esta ficción y corro el peligro de acabar creyéndome que yo también estuve enamorado de un muchacho birmano.
Quizá también ayude a eso que el mundo literario del autor es en buena medida el mío: Cernuda, mi poeta; San Juan de la Cruz, o el desparpajo del Terenci Moix más mordaz en los monólogos telefónicos. Dicen que esto último bebe también en Eduardo Mendicutti, pero yo a Eduardo Mendicutti no lo he leído (mea culpa). De hecho, esos saltos del lirismo más exquisito a la chocarrería del vendedor de fajas ya los probó el gran Terenci en su última novela, El arpista ciego, yo diría que con peor fortuna.
No me resisto, a pesar del entusiasmo, a hacer una objeción. Así, mi decidida loa a la obra gozará de más crédito. Tras el capítulo en el que se narra la despedida, que hubiera sido un fantástico final, una serie de seis capítulos de añadidura funcionan a modo de anticlímax. El anticlímax, como recurso literario es peligroso: solo recuerdo uno -los funerales de Héctor en la Ilíada- que merezca la pena. Creo que Aristarco de haber leído el de esta obra lo habría atetizado. Cierto que para los lectores de dosmanzanas el segundo capítulo  posterior a la despedida es un guiño cómplice; cierto que como obra comprometida puede justificarse; pero ¿encarece desde un punto de vista literario la obra?
En cualquier caso, si he escrito esta nota es con la intención de invitar a todo el mundo a leer la novela. Todos aquellos que no hayan tenido contacto con la literatura gay podrán iniciarse en ella o al menos conocerla en la delicada sensualidad, humor y ternura de una obra que está llamada a convertirse en un clásico del género.
Además, acabo de descubrir que el autor es de Ciudad Real: eso es un plus de garantía.

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